Se trata de una modalidad de hito o mojón, que sigue la antigua tradición de levantar este tipo de monumentos en el ingreso de villas y ciudades, como muestra de piedad popular, y de los que se conocen numerosos paralelos en el entorno próximo.

Básicamente, consisten en unas gradas de planta circular sobre las que se eleva un fuste sin remate de nudo, macolla o capitel, que sustenta una cruz. A principios de siglo, la cruz de término de Orxeta presentaba un aspecto un tanto diferente, puesto que todavía no estaba culminada por la cruz de hierro forjado que luce en la actualidad.