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Puente Viejo Testigo de una larga historia, su actual ubicación albergó en épocas pasa­das el punto de paso que permitía a los moradores del pueblo acceder a las tierras de cultivo, así como el paso de otras personas, mercaderías, pro­ductos de la huerta y, cómo no, animales, ya que era el punto más cercano a la capital y que permitía atravesar el río. El derecho de paso ocasionó el impuesto de pontazgo por el cual, tanto personas, rebaños y otros materiales, pagaban por la utilización del puente. Las primeras noticias que tenemos sobre el puente de obra son de 1548. En la Carta Puebla otorgada a Riba-roja en el año 1611 ya se hace clara referencia al mismo y sus arriendos. A partir de este momento las refer­encias son frecuentes no sólo en relación a los arriendos, sino a frecuentes crecidas como la riada de 1776 que acabó casi con él al arrastrar gran can­tidad de troncos; de los doce arcos se perdieron tres quedando bastante deteriorados los restantes. No sabemos exactamente cuanto tiempo duró la reparación pero en 1781 parece ser que ya estaba finalizada. Originariamente el puente sólo permitía el cruce de dos carros en el centro donde existía una zona de espera para facilitar dicho cruce. Pero la historia de Riba-roja y la del puente corrían parejas, en 1811 y para dificultar el paso de las tropas francesas, los vecinos de Riba-roja cortaron dos arcos, lo que evitó el paso de los ejércitos franceses en busca de un paso hacia el sur de Valencia, pero no pudo frenar el avance de estas tropas que encontraron un vado por la zona de la Vallesa, atravesando allí por los pontones que montaron sus ingenieros. Debido a su mal estado, el Conde de Revillagigedo propietario del puente suspendió el paso de carros en 1843. Una nueva riada en 1871 empeoraría aun más la situación entre el Conde y el Ayuntamiento, ya que el puente continuaba deteriorándose y ninguna de las dos partes accedía a un acu­erdo para llevar a cabo su reparación. En 1897 el conde cedería a la “Co­munidad de propietarios regantes de tierras huertas de Ribarroja” todos los derechos sobre éste. No sería hasta 1921 cuando se iniciarían las tareas para su reparación y ampliación. La riada de 1957, una de las más catastróficas, obligó a con­struir un pontón para permitir un paso provisional hasta que se reparara el deteriorado puente, lo que no sucedería hasta 10 años más tarde en 1967 cuando el nuevo puente sustituiría al maltrecho viejo puente, que continúa mirándonos con sus 6 arcos.

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