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El Castillo y las Murallas de Orihuela nos cuentan la historia de la ciudad en su época andalusí, y gracias a estos restos descubrimos cosas nuevas del municipio alicantino.

En lo alto del Monte de San Miguel, en Orihuela, encontramos el Castillo-Alcazaba de la ciudad, una fortaleza de origen medieval que nos cuenta mucho sobre la historia de este municipio de la Vega Baja.

El castillo es una obra de origen precalifal que perduró en el tiempo, con varias modificaciones, hasta la Guerra de Sucesión, y fue finalmente destruido en 1709. Lo que ha llegado hasta nuestros días se clasifica como Ruinas Históricas. Sin embargo, el castillo es un Bien de Interés Cultural y en él podemos diferenciar varias zonas.

La zona alta la ocupa la alcazaba, sede del poder político y militar, y por debajo de ella una serie de torres limitan el albacar. Este recinto tenía funciones ganaderas y defensivas. Otras torres se colocan alrededor del seminario y, además, una serie de muros y torreones enlazan la alcazaba con las murallas de la ciudad.

Las muralles de Orihuela se extienden desde el Monte San Miguel al río Segura y englobaban el núcleo originario de la ciudad. Actualmente solo se conservan algunos tramos inconexos; por ejemplo, dos torres al final de la Calle Torreta, la Torre de Embergoñes, el tramo del Museo de la Muralla y varias torres esparcidas por el monte.

A día de hoy, del castillo y las murallas quedan algunos restos que podemos visitar, pero la mayor parte de la edificación fue destruida en guerras y conflictos. Aun así, la fama de ser "uno de los castillos más fuertes y hermosos", según el Canciller Ayala, la precede.

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