València es una ciudad con historia, y ya en el siglo XIV y hasta el XVIII fue una tierra ligada al comercio de la seda. Esta época le trajo a la ciudad muchas riquezas. Durante este tiempo, València era un lugar donde se cultivaban moreras y se tejía la seda en más de 5000 talleres del barrio de Velluters. Gracias a ello y a muchas otras razones vinculadas a este comercio, este destino ha sido considerado parte de la Ruta de la Seda, lo que le ha aportado mucha relevancia entre los demás países.
Hoy en día podemos contemplar parte de ese momento histórico visitando la Lonja de la Seda, una obra maestra del gótico civil valenciano.
Antiguamente, la Lonja estaba destinada a realizar transacciones mercantiles, lo que hizo de València un punto de intercambio en el Mediterráneo. El edificio fue construido en el siglo XV y, actualmente, es uno de los monumentos más importantes de la ciudad, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1996.
El nombre de Lonja de la Seda se debe a que esta fue la industria más relevante en la ciudad en estos siglos, denominación que se ha mantenido hasta nuestros días en homenaje a ese comercio que fue tan importante en València.
Arquitectónicamente, el edificio dispone de tres cuerpos con diferentes usos, como son el Salón de Contratación, el Torreón Central y, finalmente, el Consulado del Mar. La imagen más conocida de la Lonja de la Seda de València es la de la Sala de Contratación o Salón Columnario, un gran espacio poblado de columnas helicoidales que dividen la zona en tres naves.
El Torreón Central, por su parte, fue, durante siglos, la prisión de los mercaderes que no podían hacer frente a los pagos. El Consulado del Mar muestra una fachada con 40 medallones que simbolizan el busto de personajes ilustres, entre ellos, varios emperadores romanos.
Visitar València no se entiende si no descubres la historia de la Lonja de la Seda, una parada obligatoria en tu ruta por la ciudad.